Mi pecado es terrible:
Quise llenar de estrellas
el corazón del hombre.
Por eso, aquí, entre rejas,
en veintidós inviernos
perdí mis primaveras.
Preso desde mi infancia
y a muerte mi condena
mis ojos van secando
su luz contra las piedras.
Mas no hay sombra de arcángek
vengador en mis venas.
España es sólo un grito
de mi dolor que sueña...
Marcos Ana
*
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